Las setas y la humanidad

 

    Un examen de los documentos más antiguos nos muestra la casi total ausencia de datos referentes a las setas. Indudablemente los primeros pobladores de la tierra debieron de conocer las setas y tratarían de comprobar si eran comestibles o venenosas, como hacían con los demás vegetales.

    No obstante, se ignora cualquier hecho de este tipo procedente de las civilizaciones primitivas, al no haber podido encontrar documentos gráficos ni restos fósiles con vestigios de setas. Por otro lado, las inscripciones rupestres se presentan muy confusas y de dificil interpretación.

    La representación más antigua de una seta llegada hasta nuestros días ha sido descubierta recientemente, correspondiendo a una pintura mural de la tumba de Amenembet, que data del año 1.450 A.C.

    Las civilizaciones del Oriente Medio y Extremo de Egipto a la India e Indochina, no han dejado dato alguno en que se pueda evidenciar su hipotético interés por las setas. Sin embargo, bien ostensible ha llegado hasta nosotros la influencia y culto prestado por los Mayas a las setas alucinógenas, desde el siglo X antes de la Era Cristiana.

    Numerosos son los datos descubiertos en Guatemala y Méjico, en forma de representaciones de setas en piedra, cerámica, frescos, etc., remontándose a una decena de siglos A. de C.

    Importantes descubrimientos, relativos al uso alimenticio de la "Lengua de buey" (Fistulina hepatica), se han llevado a efecto recientemente, dentro del período perteneciente a la civilización lacustre en Suiza.

    Además de los usos rituales y mágicos dados a las setas por las civilizaciones centro-americanas, también se han encontrado vestigios que nos indican un empleo similar en Borneo y Nueva Guinea, así como en el norte de Siberia, países en los cuales las setas han desempeñado un importante papel en la aparición de religiones primitivas.

    Tampoco podemos olvidarnos aquí de la influencia de las setas en las civilizaciones griega y romana. En esta última se consumieron grandes cantidades de setas con fines alimenticios como se puede aún observar en los frescos de Herculano, donde aparecen perefectamente representados varios ejemplares de níscalo (Lactarius deliciosus) junto a faisanes.

    En fin, digamos por último que también las setas venenosas han dejado su triste recuerdo a lo largo de la historia de la Humanidad, citándose siempre, como ejemplo célebre, la muerte provocada del emperador Claudio, al serle suministradas, en dosis masivas, setas de la temible oronja verde (Amanita phalloides).

    Este hecho histórico es de suficiente interés como para que lo relatemos aquí, tomando como referencia la descripción de Heim (1963):

    "Transcurría el año 41 de la Era Cristiana, cuando Claudio había sucedido a Calígula como emperador de Roma. Siete años más tarde el propio Claudio ordenaba ejecutar a su cuarta esposa, Mesalina, acusada de adulterio, quedándole un hijo de este matrimonio llamado Británico. Podo después, Claudio, al parecer con una vocación insaciable de casado, vuelve a contraer nupcias de nuevo, esta vez con Agripina, hermana de Calígula, que viuda del anterior matrimonio, aporta a éste un hijo, Nerón, que era tres años mayor que Británico.

    Agripina, entonces, deseosa de que Nerón, su hijo natural, ocupara un día el trono de Roma, idea un plan diabólico para eliminar a Claudio lo antes posible y dejar el camino libre a Nerón, una vez fuera desterrado Británico. Así pues, se busca un cómplice, Locusto, que era favorito del emperador, y le prepara un plato de setas. Sabida era la afición tan enorme que sentían los romanos por deleitarse con un buen plato de oronjas (Amanita caesarea). Entonces deciden prepararle un "plato combinado", en el que la mayor proporción era a base de la temible oronja verde, hábilmente enmascarada con la oronja verdadera.

    De esta forma, Claudio, inocentemente, se apresura a dar fin a tan "suculento manjar", y poco después, siguiendo la antigua costumbre de los romanos, se autoprovoca el vómito, para más tarde continuar comiento y así saciar su enorme glotonería.

    A la vista de esto, Agripina se intranquiliza viendo que pasa el tiempo y que los síntomas fatales no aparecen, ignorando ésta que los venenos de la oronja verde comienzan a manifestar sus efectos a partir de las veinte horas; suplica al médico del emperador, Xenofón, que la ayude a resolver su "delicado problema". Es entonces cuando Xenofón, haciéndose cómplice de Agripina, le administra al emperador una fuerte dosis de coloquíntida, sustancia purgante en proporción pequeña y muy tóxica a alta concentración, rematando, por decirlo de alguna manera, a Claudio en pocos minutos".

    De esta forma es como Nerón, tiempo después, ya convertido en emperador, asistiendo a un banquete en el que la oronja verdadera constituía el plato exquisito del día, y estando en posesión del secreto del asesinato de Claudio, oyó decir a uno de los comensales: "Las setas son manjar de dioses", a lo que Nerón contestó: "Si; ellos son los que han hecho de mi padre un dios".

    Gran interés e importancia para el hombre han tenido y tienen las setas alucinógenas, que han despertado desde el principio de la Humanidad un gran atractivo, siendo objeto de veneraciones, temores y prácticas de brujería de la más variada gama.

    Una de las más utilizadas, en este sentido, ha sido la "falsa oronja" (Amanita muscaria), por sus propiedades alucinógenas, delirantes y afrodisíacas; algunos pueblos primitivos creían ver en ella la existencia de un poder divino o endemoniado. Desde la más remota antigüedad se viene usando en regiones del norte de Siberia, manifestándose los efectos en aquellas gentes, con un período inicial de exaltación, seguido de ilusiones ópticas con alteraciones de las dimensiones de los objetos y deformaciones cambiantes de las siluetas. El rostro del intoxicado se ilumina, con expresiones alternantes entre risas y crisis nerviosas; el caminar se hace titubeante con alucinaciones visuales y auditivas. Finalmente, el intoxicado termina el proceso con un profundo adormecimiento.

    Por otro lado, las setas alucinógenas empleadas en Centro-América pertenecen a otros géneros (Psilocybe, Stropharia), y su uso se remonta al siglo décimo A.C., aproximadamente, llegando hasta nuestros días. Aquí se han encontrado infinidad de restos, escritos, grabados, piedras, que demuestran la gran influencia que estas setas ejercieron sobre los habitantes de lo que hoy se Méjico y Guatemala. Las setas alucinógenas en cuestión eran utilizadas en ceremonias religiosas (una de ellas era llamada "Carne de dios"), en sacrificios, fiestas y también como ofrendas o pagos de deudas, así como tributos a los grandes señores.

    El historiador De Sahagún nos relata, al referirse a estas setas, lo siguiente: "Viven bajo la hierba en los campos y son utilizadas contra las fiebres y la gota. Aquellos que las comen tienen delirios y experimentan fuertes palpitaciones en el corazón, así como visiones, que a veces son tenebrosas y a veces cómicas. Estas setas excitan el deseo sexual".

    Otros historiadores dicen que estas setas jugaban el mismo papel en su religión que la Hostia en la religión cristiana, pues ellos las tomaban como comunión.

    Después del descubrimiento y colonización de América, los indígenas adaptaron sus antiguos ritos a la religión cristina, y actualmente se sigue conservando la práctica de la ingestión de setas alucinógenas en Méjico y Guatemala, donde los curanderos durante la ceremonia religiosa imploran favores a la Trinidad, San Isidro u otros santos. En la actualidad existe una curandera en Méjico, María Sabina, que conserva en sus ritos la más pura tradición de los mazatecas.

    Wasson nos describe perfectamente en su obra (1962), las sensaciones experimentadas al ingerir las setas alucinógenas de Méjico: "Pronto se ven formas geométricas, angulares, ricamente coloreadas, que toman una estructura arquitectónica, con columnas y arquitrabes en patios de un esplendor majestuoso, edificios de colores brillantes, de oro y ébano, de una grandiosidad que sobrepasa los límites de la imaginación humana. Se tiene la sensación de que los muros de humilde morada se desvanecen y que nuestras almas flotan sin dificultad en el Universo".

    En conclusión, podemos decir que los verdaderos efectos alucinógenos provocados por las setas, están frecuentemente enmascarados por el estado psíquico de cada individuo, siendo necesario realizar un gran número de experimentos científicos sistemáticos dirigidos a confirmar los previamente obtenidos o a la consecución de otros nuevos.

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